La costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor el 14 de febrero nació en Gran Bretaña y en Francia durante la Edad Media, entre la caída del Imperio Romano y mediados del siglo 15. La tradición obedecía a una observación muy particular: a mediados de febrero, las aves comenzaban a emparejarse.
Para Herbert Thurston, de la Enciclopedia Católica, el día de San Valentín era una ocasión para escoger a la pareja. La celebración habría comenzado como una manifestación popular hacia el siglo 17, en la siguiente centuria el intercambio de obsequios habría sido generalizado, sin distintinción de clases.
Los norteamericanos habrían adoptado la costumbre a principios del siglo 18. Los avances de la imprenta y la baja en los precios del servicio postal incentivaron el envío de saludos por San Valentín. Hacia 1840, Esther A. Howland habría comenzado a vender las primeras tarjetas postales masivas de San Valentín en Estados Unidos.
La fecha de celebración del 14 de febrero fue establecida por el Papa Gelasio para honrar a San Valentín entre el año 496 y el 498 después de Cristo. No está clara la historia ni la identidad del santo, y algunos historiadores sostienen que el pontífice fijó la conmemoración para cristianizar las celebraciones paganas del festival Lupercalia de la antigua Roma. El Día de San Valentín reúne la tradición cristiana con la del antiguo imperio romano.
La antigua Roma
En febrero comenzaba oficialmente la primavera en Roma. El mes era además el último del año por lo tanto se consideraba que era un periodo de purificación y abstinencia para comenzar bien el nuevo año. Las casas se limpiaban hasta el último rincón y se celebraba la fertilidad.
El 15 de febrero comenzaba Lupercalia, el festival de la fertilidad dedicado a Fauno, el dios romano de la agricultura y a los fundadores de Roma, Rómulo y Remo.
Miembros de Luperci, orden de sacerdotes romanos, sacrificaban a una cabra para la fertilidad, y a un perro para la purificación. El ritual se realizaba en la cueva donde se supone que vivieron Rómulo y Remo cuando fueron amamantados por una loba hembra.
De acuerdo con la leyenda, niños salían del lugar con trozos de cuero de cabra bañados en sangre. Caminaban por las calles para golpear suavemente a las mujeres y las plantaciones con la piel de los animales. Las mujeres agradecían el contacto con ellas porque creían que las haría más fértiles para el año siguiente.
Avanzada la tarde, las mujeres ponían su nombre en una urna gigante. Posteriormente cada soltero de la ciudad tomaría un nombre de esta urna para quedar emparejados por todo el año con la mujer escogida. Usualmente estos vínculos culminaban en matrimonio.


17:01
nativiz
Posted in:
0 comentarios:
Publicar un comentario